POLEN
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El polen apícola tiene una humedad del 20-30 %, y un alto contenido en azúcares y pro teínas, por lo que es un buen sustrato para el crecimiento de microorganismos. Para preservarlo se utilizan básicamente dos procedimientos: congelarlo a - 20 °C ("polen fresco"), y secarlo en corriente de aire a 40 °C hasta el 6 % de humedad ("polen seco"). Ambas operaciones deben realizarse el mismo día de su recolección, lo antes posible.
No hay un estándar internacional para el polen apícola, tan solo algunos países lo han definido: Brasil, Bulgaria, Polonia y Suiza. En general se pide no más del 8 % de agua, no menos del 15 % de proteínas, no menos del 40 % de azúcares, y no menos del 1,5 % de grasas.
Las primeras citas del uso medicinal del polen son del Islam español: en el s. XII Ibn el Beithar lo recomienda como afrodisíaco, y Maimonides, como tónico. Pero solo adquiere peso en la nutrición humana después de la II Guerra Mundial, cuando se desarrollan las trampas de polen.